sábado, 21 de enero de 2012

RUINAS COLONIALES CASERÍO LAS MARIAS NUDE SURUGUAPO

Patrimonio social e histórico de la Nación con sus 3324 habitantes (INE-2009) cuya densidad poblacional por superficie corresponde a 25,3 Ha/persona  lo que libera la capacidad de soporte del suelo sin impactarlo demográficamente, estas se distribuyen entre serranía, montaña, pie de monte, valles, lomas, sabanas y llanura bajo condiciones orográficas de barlovento y entre los 100 a 2000 msnm, en toda esta amplia extensión territorial se expresa su idiosincrasia, etnografía y cultura de pueblo descendiente de las etnias Gayón y Guaicaypuro en su periodo colonial que data mucho antes de 1777 y  donde se fundó en el siglo XVIII una antigua misión capuchina ya desaparecida con sus habitantes por la fiebre amarilla como la endemia de la Venezuela en guerra, a ocho kilómetros de la carretera trasandina construida por el General Gómez, y en los vestigios que aun  restan del caserío las marías (pueblo de San Pedro Alcántara de María- 1763, integrada por 180 aborígenes y 18 casa indígenas) considerado estas ruinas del barroco colonia tardío (Mampostería de piedra y ladrillos, amasada con leche y sangre vacuna)  como patrimonio histórico y cultural de la Nación; Por otra parte, en el milenario paso por la conexión Orinoco, Apure y Portuguesa, los caribes fueron dejando en los llanos un legado de topónimos indígenas como la denominación de Suruguapo , Suruapo o Suruapay, voz Caribe que se remonta a 1568 y significa tierra de guapos de hombres fuertes, libres y combatientes; durante todo este largo tiempo la trayectoria histórica del NUDESUR también fue escenario de luchas guerrilleras del comandante Fabricio Ojeda apresado en el caserío Potrerito por la oligarquía de la época, como también fue paso y camino del Comandante Magolla y Felipon  en la época de los años 60 y hasta pablo Neruda en sus hodas se refiere al NUDESUR como los parpados de Suruguapo ante el sol inclemente de los llanos barineses.



Wilfredo Bolívar.





Las saqueadas ruinas aún empinan su argamasa de piedras y ladrillos hacia los cielos abiertos de Guanare.
“Ruinas de María”, llamaron hasta hace algunos años los lugareños a los vestigios de esta desaparecida misión capuchina, muy cerca del río La Portuguesa. Un moribundo patrimonio que todavía puede admirarse a cinco minutos de la carretera nacional, en la entrada hacia el río Suruguapo.

Misión de San Pedro Alcántara
Consolidada Guanare y sus rutas comerciales con El Tocuyo, quisieron los frailes capuchinos andaluces establecer una nueva misión cerca del Suruguapo, en el paso del río Portuguesa. Así nació el pueblo San Pedro Alcántara de María, fundado por el capuchino Fray Cirilo Bautista de Sevilla. A petición del Cabildo Secular de Guanare, la misión fue autorizada por el Gobernador y Capitán General de Venezuela el 2 de febrero de 1761. En 1763 comenzaron a poblarse en el lugar de las actuales ruinas y el 4 de septiembre del mismo año se ofició la primera misa en una de las improvisadas casas hasta que, en 1764, el mismo fraile inició la construcción de la iglesia.
Para 1771, el padre Sevilla de 63 años y 28 de misión, era un hombre ciego y de salud “inservible” según los legajos franciscanos, pero pudo terminar el templo, antes de residenciarse en Tinaquillo. El 6 de octubre de 1778, Alcántara de María recibió la visita ´pastoral del obispo Mariano Martí. En los legajos coloniales quedó escrito: “procedió a la visita de su iglesia (…) vio y reconoció la fábrica, fuente , altares, imágenes, vasos sagrados, ornamentos y demás bienes…” (Buenaventura de Carrocera, “Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas”, ANH, 1972; III, ps. 257-259). Informó el obispo, que la misión congregaba in dios “dispersos fugitivos” venidos de Humocaro Alto y de la Diócesis del Nuevo Reino de Granada, que extendía sus fueros eclesiásticos hasta Barinas. Para entonces pueblo de María sumaba más de 550 almas (180 aborígenes, el resto españoles), repartidos en 40 casas, 18 de las cuales eran indígenas. “Tiene sus sementeras y crían ganado vacuno, mulas y caballos”, dejó escrito el prelado. La autoridad del pueblo la ejercía el español Bartolomé Ximénes, en calidad de Cabo o Comisionado designado por el Teniente de Guanare.
 
Ruinas de María
El tiempo, las pestes y el olvido, convirtieron a San Pedro Alcántara de María en ruinas desoladas, hasta que el General Gómez construyó la carretera trasandina, a ocho kilómetros donde están las ruinas. A un lado de la Troncal 5, un modesto cartelito indica: ”Suruguapo” y a distancia de cinco minutos se aprecian en pie los restos arquitectónicos de lo que fue un pueblo próspero aniquilado por las endemias de la Venezuela en guerra. Esta historia, la desconocen los lugareños, quienes transitan a un lado de la carretera y miran el frontis acurvado de la extinguida iglesia colonial.
Por aquí los lugares traen nuevos nombres, Media Luna, El Alambre, el Potrero, en un paisaje de suaves depresiones que desciende de la montaña y muestra aún el esplendor de la extinguida misión capuchina.    

Ruta montana
Por esta ruta se viaja hasta El Tocuyo. La desaparecida misión consolidó un atractivo itinerario de montaña: El Potrero, río Suruguapo, El puente, El Algarrobo, La Raya, Maguasa, Las Cruces, Laguneta, Ojo de Agua, El Cauro y Guarico. Subiendo las laderas, las alturas develan el  singular paisaje de los llanos altos guanareños y el pie de monte portugueseño.
Transitable en rústicos, según don José Rafael López, residente en El Potrero, a las márgenes del Suruguapo. Una alternativa para el turismo de aventura y comunicarse con el estado Lara para recibir los  aires del pueblo de Guarico. El paisaje sigue siendo el mismo descrito en 1778 por el obispo Martí; y la ruta, de empinadas ruinas y fresca montaña.

Con sangre y leche 



En 1778 a su paso por Guanare,  el Obispo Mariano Martí en su libro “Relación de Visita”, dejó escrito sobre esta misión: “La iglesia de este pueblo de María está dedicada a San Pedro del Alcántara; su fábrica es de un cañón, de corta capacidad y de poca fortaleza, cuyas paredes son de bajareque, y el techo de varas y cañas cubierto de palma; tiene dos capillas, sacristía y un pórtico de semejantes materiales, y así mismo, dos altares, que son: el mayor en que está colocado el Santísimo Sacramento (...), y el otro altar está dedicado a Nuestra Señora de Dolores; en una de aquella dos capillas, al lado de la Epístola, y la de enfrente solo sirve de baptisterio. Al lado del Evangelio, por la parte exterior, hay un  cementerio cercado de palos”. También, en su “Libro Personal” agrega “la iglesia es de bajareque cubierta de paja o palma. A más de la principal, tiene dos puertas colaterales; la Sacristía detrás del altar mayor. Sus ornamentos son pocos”. Concluida, debió mostrar el aspecto de una ermita, edificada de ladrillos y paramentada con estípites. Refiere la tradición que estas construcciones de mampostería se amalgamaban con leche y sangre de ganado, argamasa con la que imbricó su trama enladrillada el barroco colonial tardío del siglo XVIII americano.

























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