viernes, 23 de agosto de 2024

Predicación: "El Temor de Dios y el Ayuno"

Por Edgar Edwards Teran Queridos hermanos y hermanas, hoy nos reunimos para reflexionar sobre un tema fundamental en nuestra vida cristiana: "El temor de Dios y el ayuno". En un mundo lleno de tentaciones y distracciones, es crucial que entendamos la importancia de mantener un corazón reverente hacia Dios y cómo el ayuno puede ser una herramienta poderosa para fortalecer nuestra fe y resistir la tentación. El temor de Dios no es un miedo paralizante, sino un profundo respeto y reverencia hacia nuestro Creador. Es reconocer Su grandeza, Su santidad y Su autoridad sobre nuestras vidas. Cuando perdemos este temor, comenzamos a ceder ante las tentaciones que nos presenta nuestro viejo hombre y nuestra concupiscencia. Hoy, exploraremos cómo el temor de Dios y el ayuno se entrelazan para ayudarnos a resistir la tentación y vivir en santidad. I. La Naturaleza de la Tentación y del Pecado La Biblia nos enseña que todos somos tentados. Santiago 1:14-15 dice: "sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte". Aquí vemos que la tentación comienza en nuestro interior, en nuestra propia concupiscencia. Es un proceso que inicia con un pensamiento. A. El Viejo Hombre y la Concupiscencia El apóstol Pablo nos habla del "viejo hombre" en Efesios 4:22-24: "en cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos; y renovaos en el espíritu de vuestra mente; y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad". El viejo hombre representa nuestra naturaleza pecaminosa, esa parte de nosotros que se siente atraída por el pecado y la desobediencia. Cuando permitimos que el viejo hombre tome el control, comenzamos a ceder a la tentación. Es crucial que entendamos que la tentación no es pecado en sí misma, pero ceder a ella sí lo es. La clave está en cómo respondemos a esos pensamientos tentadores. B. El Poder de un Pensamiento Todo comienza con un pensamiento. Proverbios 23:7 nos dice: "Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él". Un pensamiento negativo es como una semilla que puede germinar y convertirse en un árbol de pecados. Si no controlamos nuestros pensamientos, permitimos que crezcan y se conviertan en acciones pecaminosas. Es vital que no toleremos pensamientos negativos. Cuando permitimos que estos pensamientos se asienten en nuestra mente, estamos abriendo una brecha para que los demonios entren y nos seduzcan. Efesios 4:27 nos advierte: "ni deis lugar al diablo". Cada pensamiento negativo que toleramos es una oportunidad para que el enemigo nos ataque. II. El Temor de Dios El temor de Dios es el antídoto contra la tentación. Proverbios 1:7 nos dice: "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría". Cuando tememos a Dios, comenzamos a ver las cosas desde Su perspectiva. Este temor nos lleva a alejarnos del pecado y a buscar la santidad. A. La Reverencia hacia Dios El temor de Dios implica una reverencia profunda hacia Su santidad. Isaías 6:3 nos muestra una visión del cielo donde los serafines claman: "Santo, Santo, Santo es Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria". Cuando entendemos la grandeza de Dios, nos damos cuenta de lo pequeño que somos y de nuestra necesidad de vivir en obediencia a Su Palabra. B. El Temor de Dios y la Sabiduría El temor de Dios también nos da sabiduría. Salmos 111:10 dice: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos". Cuando tememos a Dios, comenzamos a discernir entre lo bueno y lo malo, y esto nos ayuda a resistir la tentación. III. El Ayuno como Herramienta Espiritual El ayuno es una práctica espiritual que nos ayuda a acercarnos a Dios y a fortalecer nuestra fe. Es un acto de humillación y dependencia de Dios. En Mateo 6:16-18, Jesús nos enseña sobre el ayuno: "Cuando ayunéis, no seáis como los hypocritas, de semblante triste; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público". A. El Ayuno y la Humildad El ayuno nos lleva a un lugar de humildad. Cuando nos abstenemos de alimentos y nos dedicamos a la oración, estamos reconociendo nuestra dependencia de Dios. Salmos 35:13 dice: "Mas yo, cuando ellos enfermaron, vestí de cilicio mi alma; humillé con ayuno mi oración". El ayuno nos ayuda a humillarnos ante Dios y a buscar Su voluntad en nuestras vidas. B. El Ayuno y la Resistencia a la Tentación El ayuno también nos fortalece para resistir la tentación. En Mateo 4, vemos a Jesús ayunando durante 40 días y 40 noches antes de ser tentado por el diablo. Su ayuno lo preparó para enfrentar las tentaciones. Cuando ayunamos, estamos fortaleciendo nuestro espíritu y debilitando nuestra carne. Romanos 8:13 nos recuerda: "Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". IV. La Conexión entre el Temor de Dios y el Ayuno El temor de Dios y el ayuno están intrínsecamente conectados. Cuando tememos a Dios, deseamos acercarnos a Él y conocer Su voluntad. El ayuno es una forma de hacerlo. A través del ayuno, podemos buscar a Dios con un corazón sincero y arrepentido. A. El Ayuno como Expresión de Temor El ayuno es una expresión de nuestro temor y reverencia hacia Dios. Cuando nos abstenemos de lo que nos satisface, estamos reconociendo que Dios es nuestra verdadera fuente de sustento. En Deuteronomio 8:3, Dios dice: "Y te humilló, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, que no conocías tú, ni tus padres lo conocieron; para hacerte saber que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vive el hombre". B. El Ayuno y la Liberación del Pecado El ayuno también puede ser un medio para liberarnos de la esclavitud del pecado. En Isaías 58:6, Dios nos dice: "¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?". El ayuno nos ayuda a romper las cadenas del pecado y a vivir en libertad. V. Conclusión Hermanos y hermanas, el temor de Dios y el ayuno son dos herramientas poderosas que Dios nos ha dado para vivir en santidad y resistir la tentación. No permitamos que el viejo hombre y la concupiscencia nos dominen. En cambio, busquemos a Dios con un corazón temeroso y humillado. Recordemos que todo comienza con un pensamiento. No toleremos pensamientos negativos, sino que llevemos cada pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo (2 Corintios 10:5). Al hacerlo, estaremos fortaleciendo nuestra fe y resistiendo la tentación. Que el temor de Dios llene nuestros corazones y que el ayuno sea una práctica constante en nuestras vidas, llevándonos a una relación más profunda con nuestro Creador. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu interes